Aumentó la malnutrición en los barrios populares y ya alcanza casi a la mitad de los niños y jóvenes

La situación nutricional entre los niños, niñas y jóvenes que viven en los barrios populares del país es cada vez más grave. Un estudio médico realizado por los profesionales de la Universidad Popular del movimiento Barrios de Pie (una de las organizaciones sociales oficialistas), refleja que la “malnutrición global” es del 48,6%; un 4,5% más alto que en 2019.

Las alteraciones más frecuentes fueron el sobrepeso, detectado en el 20,9% de los casos; y la obesidad, en el 24,5%. El déficit de peso en cambio se ubica en un 3,2% global. Por otro lado, la baja talla, que suele ser producida por desnutrición crónica, alcanza el 6,7%, con un fuerte predominio en menores de 2 años (20,2%) y niños y niñas de 2 a 6 años (8,9%).

El estudio estuvo a cargo del doctor Marcos Caviglia, especialista en medicina general y familiar, y se realizó entre 38.622 niños, niñas y adolescentes de barrios populares que asisten a espacios comunitarios en 16 provincias del país.

Al mismo tiempo, el estudio, al que accedió Infobae de manera exclusiva, destaca que “la franja etaria con mayor índice de malnutrición es entre los 6 y los 10 años, que alcanza un 53,0% con obesidad tocando un pico de 29,9%, prácticamente 3 de cada 10 niños y niñas”.

El médico Caviglia le recordó a este medio: “Si comparamos con los resultados anteriores, la última vez que se realizó este estudio fue en 2019, previo a la pandemia. En esa ocasión se detectó una malnutrición global del 44,1%, con un sobrepeso de 22,5% y obesidad del 19,6%. Se evidencia así un aumento marcado de la malnutrición con respecto a los datos previos a la pandemia”.

Por su parte, la secretaria adjunta de la Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y dirigente de Barrios de Pie, Norma Morales, indicó: “Uno de cada dos chicos de nuestros barrios tiene una pésima alimentación”. Asimismo, le pidió al ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Victoria Tolosa Paz, que “entregue los bolsones alimentarios que corresponden y que dentro de los mismos no haya miserias”. “Que agregue alimentos proteicos para que nuestros chicos se alimenten con la misma dignidad que el hijo de cualquier funcionario. Esta es una responsabilidad y obligación del Gobierno nacional”, insistió.

En esa dirección, el trabajo redactado por Caviglia afirma: “Los altos índices de malnutrición tienen relación directa con el tipo de alimentación de las familias de los barrios vulnerables, altas en hidratos de carbono complejos y grasas saturadas y baja en frutas, verduras y carnes magras”.

En este punto se argumenta: “Debido al aumento indiscriminado de precios en alimentos la mayoría de las familias redujo el consumo de nutrientes esenciales. Además, se detectaron altas tasas de inseguridad alimentaria, llegando casi a 1 de cada 4 familias en las que algún menor dejó de realizar alguna comida por falta de recursos”. El mismo documento destaca que “también se evidencia el efecto protector de la Prestación Alimentar, política que solo alcanza a niños y niñas de hasta 14 años, dejando afuera la franja de adolescentes y jóvenes donde mayores son los índices de pobreza”.

La baja talla por deficiencia alimentaria afecta al 37,9% de los niños, niñas y jóvenes estudiados: hasta los 2 años de edad, se vio afectado el 20%; de los 2 a 5 años, el 8,9%; entre los 6 y 9 años, el 3,7%; y entre los 10 y 19 años, el 5,3%.

El profundo estudio de la Universidad Popular de Barrios de Pie, del que participaron las promotoras del equipo de salud utilizando “técnicas antropométricas y de detección de malnutrición siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría y el Ministerio de Salud de la Nación”, describe que el tipo de alimentación que por lo general se consume en los barrios populares “suele cubrir las necesidades energéticas, pero no los requerimientos nutricionales necesarios para un desarrollo y crecimientos adecuados y mantener una salud óptima”.

Caviglia le explicó a este medio: “La malnutrición por exceso que vemos en nuestros barrios suele combinar sobrepeso u obesidad con carencia marcada de micronutrientes esenciales. En especial durante las etapas más tempranas de la vida, esto suele afectar el desarrollo neurológico y el crecimiento de los niños y niñas; pero además tiene impacto directo en la salud, significando una peor capacidad inmunológica del organismo facilitando la aparición de infecciones, la merma de la capacidad intelectual y de aprendizaje, problemas respiratorios, trastornos gastrointestinales y hepáticos, disminución de la capacidad de realizar actividad física y mayor riesgo de trastornos psíquicos como depresión o ansiedad”.

La dirigente Norma Morales hizo hincapié en la situación social y política del país: “La situación desde 2019 se agravó sistemáticamente. No sólo ajustan en los sectores populares mientras los millonarios fugan y fugan, sino que dejan a los más chicos desamparados con una asistencia alimentaria deficitaria”. Además, aseguró: “Desde la economía popular queremos trabajar y dignificar cada rama productiva con una comercialización que nos permita salir del programa social y vivir de nuestro salario, pero sin herramientas ni oportunidades es imposible”.

El informe será presentado hoy a las 17 en la Universidad Popular, ubicada en Anchorena 345, en la Ciudad de Buenos Aires. El trabajo será elevado al presidente Alberto Fernández y a su ministra de Desarrollo Social. Allí también se remarca que “la inseguridad alimentaria” que viven las familias más postergadas de la Argentina se refleja en datos alarmantes. Por ejemplo, en el 58% de los hogares se sirven porciones más chicas, una situación que “produce una situación de malnutrición” y que en el 87% de las familias hay angustia porque los alimentos se acabarán en su hogar por falta de recursos.

Después de recopilar los datos del trabajo, el médico Caviglia es contundente en su diagnóstico: “Esto genera que los niños más humildes tengan menos posibilidades de desarrollarse y salir adelante, siendo un factor que impacta en la reproducción de la pobreza”.

En censo revela que solo el 17% de las familias comen carnes o huevo una vez al día como recomienda el Ministerio de Salud de la Nación. Es decir, que el 83% de las familias tienen un aporte proteico menor a lo necesario y que el 30% de las familias consumen estos alimentos solo una vez por semana o menos.

El consumo diario de verduras alcanza solo al 14% de las familias, mientras que el 44% las consume una vez a la semana o menos. Con las frutas sucede algo similar: solo en el 19% de los hogares se consume una vez por día, mientras que el 37% las consume 1 o menos veces a la semana.

Al analizar los lácteos que consumen las familias más vulnerables que asisten a los comedores y merenderos de Barrios de Pie en Buenos Aires, CABA, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego el trabajo remarcar que “solo el 25% los consume diariamente, en tanto que el 32% de las familias lo hicieron uno o menos veces por semana”.

Cuando se indaga sobre variaciones en el consumo durante el último año para carnes, frutas, verduras y lácteos, que son nutrientes esenciales, los datos indican que las familias disminuyeron el consumo de carnes el 54%, de frutas el 49%, de verduras el 43% y de lácteos el 44%.

Por el contrario, aumentó un 35% la ingesta de alimentos más económicos y rendidores, aunque nutricionalmente mucho menos convenientes, ya que son ricos en hidratos de carbono como papa, batata, arroz y fideo.

Infobae

 

 

 

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