Fuerte cimbronazo político en el Gobierno y silencio del kirchnerismo por el ataque mafioso que sufrió la familia de Messi

La grave amenaza que recibió Lionel Messi en uno de los supermercados de la familia de Antonella Roccuzzo, en Rosario, instaló decisivamente el problema del narcotráfico en la agenda pública nacional, y obligó al Gobierno a abordar en público un tema que el Alberto Fernández, Cristina Kirchner y sus laderos eluden siempre que pueden. El kirchnerismo, incómodo, se mantuvo distante del estruendo político y social, e inclusive internacional, que provocaron los balazos y un mensaje por escrito, y sólo se expresó , en la voz de Andrés Larroque, para continuar con la ola de críticas contra el primer mandatario por su gestión en general. Pero la Casa Rosada y el Ministerio de Seguridad no tuvieron otra opción que salir a dar explicaciones.

La trama del narcotráfico ocupa un lugar secundario en la lista de prioridades para el Gobierno, al menos en la esfera del debate público. El Frente de Todos, que levanta las banderas del progresismo, evita cada vez que puede un tema que resulta espinoso para las filas de izquierda dentro del espacio y que la oposición enarbola como una de sus principales banderas. Por caso, la línea dura del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, que pertenece a su propio espacio, suele provocar escozor en las organizaciones kirchneristas.

El propio Alberto Fernández esquiva el tema del narcotráfico en todos sus mensajes, y ni siquiera mencionó la palabra en la Asamblea Legislativa. En cambio, se limitó a destacar que “el combate al crimen organizado es una lucha prioritaria” y que se están “multiplicando las tareas de la Gendarmería en el control fronterizo”, sin brindar mayores detalles sobre lo actuado.

Pero ayer, acuciado por la realidad, el Presidente debió abordar el asunto de manera urgente a partir de la masiva repercusión que tuvo el mensaje mafioso contra la familia de Messi. Con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, se vieron forzados a dar explicaciones al unísono sobre la situación en Rosario, donde la lista de homicidios, en lo que va del año. pasó a sumar 58 víctimas con la ejecución de un hombre, de siete disparos, en plena calle en un barrio del oeste de la ciudad.

Acorralados, Alberto y Aníbal Fernández, junto al ministro coordinador, debieron abocarse a defender la gestión de seguridad y a detallar las acciones de las fuerzas federales en el territorio. Aunque después, en distintas oficinas del Gobierno lamentaron que los medios gráficos y televisivos destacaran, en títulos y videographs, los fragmentos de sus alocuciones donde el primero opinaba que “algo más habrá que hacer” y el segundo admitía que “los narcos ganaron”. “Dijeron cosas de mucho mayor peso y eligieron eso”, se lamentó una alta fuente nacional. La desafortunada frase de Aníbal fue la excusa perfecta para su predecesora durante el gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, titular de Pro y precandidata a la presidencia, que usó esas palabras para, directamente, pedirle la renuncia al ministro.

Mientras reivindicaron sus propias políticas, en Casa Rosada seguían de cerca los primeros indicios de la investigación sobre el ataque, que llevan los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra con la colaboración de la Agencia de Inteligencia Criminal (AIC). Según las primeras hipótesis, la intimidación podría estar relacionada con la interna narco entre dos grupos de la banda Los Monos que integran de la barra de Newell’s, que, como publicó Infobae, ya provocó 16 balaceras y, al menos, cuatro homicidios.

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