El autoestima es un concepto que se va conformando a medida que crecemos y depende de múltiples factores para desarrollar su plenitud. En palabras simples, es una llave maestra que abre las más recónditas puertas internas que llevan a descubrir y fomentar la vinculación con uno mismo desde el amor y el respeto.
Elizabeth Muñoz, psicóloga clínica en MediQuo PRO , la define como un constructo psico-emocional y conductual que determina el grado de afecto y vínculo que sentimos por nosotros mismos. «Al final se convierte en una herramienta práctica para explorar las características propias, poder potenciarlas y lograr una equilibrada valoración de sí mismo».
Podemos encontrarnos con una autoestima alta o saludable o con una que sea baja o poco saludable.
La psicóloga señala que para lograr una autoestima saludable se van sucediendo una serie de procesos a lo largo del desarrollo psicológico, biológico y social del ser humano: «Los más destacables son el apego con figuras parentales o tutores, la crianza, el concepto y aceptación del ‘yo’, validación del cuerpo físico, interacción con la familia y las amistades, capacidad para afrontar situaciones estresantes y las expectativas de sí mismo, entre otras».
«En este nivel no debe confundirse autoestima alta o sana con egocentrismo, ya que ambos tópicos son dispares», recuerda Muñoz. «Mientras la autoestima sana habla del amor a sí mismo en un estado de equilibrio interno y externo, el egocentrismo de basa en el culto por el ego y su autosatisfacción en un claro desequilibrio entre lo interno con lo exterior».
Autoestima
Seguridad y confianza en sí mismo
Valorización del yo interno
Capacidad de autoamor y autoaceptación
Autovalidación y autoempoderamiento
Manejo del mundo emocional
Autorrespeto y autocontención
Habilidad de sobreponerse a la adversidad
Autoobservación y escucha de sí mismo
Autoconocimiento e integración al mundo circundante
Establecimiento de límites en lo interno y en relación con los demás
Cómo se desgasta
Poca o nula comunicación con los demás y consigo mismo
Vivir la vida de modo vertiginoso o muy acelerado
No realizar autoanálisis o contemplación de sí mismo
Desconexión consigo mismo
Poner a otros en un estado de idealización romántica inalcanzable
Relaciones de dependencia emocional con los demás
Dejar de autocuidarnos por cuidar a otros
Pretender ser el centro de atención de los demás
Vivir en la zona de confort
Perder el autorrespeto o no instaurar límites claros a los demás
Falta de conocimiento de sí mismo
Esperar demasiado de los demás
Sentirse vulnerable o víctima de las circunstancias o de los otros
La autoestima –expone la psicóloga– se va conformando gracias a la libertad, el respeto, el amor y la confianza que depositamos y construimos en nosotros mismos. «Como todo instrumento se puede afinar y procurar un sonido más grato y equilibrado dentro de nosotros mismos que nos distinguirá de los demás».
Consejos prácticos para recuperar la autoestima
En primer lugar, Muñoz explica que se establece con el consultante un viaje interno, donde los puntos importantes se van a rescatar desde las bases de su personalidad, en su historia de vida, las relaciones más fundamentales que le han repercutido y continúan resonando en su presente y tal vez futuro. En base a ello, se tienen como ejes principales la historia de la relación con sus padres o figuras parentales, la evolución en su relación consigo mismo y los demás y la proyección que se tiene en estas relaciones.
Muñoz recomienda realizar diversas actividades que puedan ir favoreciendo el establecimiento de una autoestima sana, así se va logrando una actitud diferente y la balanza de la vida se va equilibrando a favor de la persona y sus deseos:
– Fortalece la comunicación a nivel personal, familiar, de pareja, amistad y social, atreviéndote a decir abiertamente lo que sientes afectuosamente hacia tus padres o hijos con frases como: «Me encanta estar cerca de ti y abrazarte», «te quiero» o «te amo como eres», «estoy para ti»…- Establece vínculos afectivos o refuerza los existentes con la familia, amistades o sociales. Para ello puedes compartir algún pasatiempo o hobby con ellos o realizar alguna actividad que rompan con la rutina en casa y resulten divertidas y poco comunes.
– Recuerda que lo que observas de los demás no quiere decir algo de tu mundo interno. Por tanto, no tienes que hacerte cargo de ello.
– Al inicio de cada día, contémplate un momento en el espejo y transmítete algo positivo, ya sea una frase o pensamiento que te puede animar.
– Para conseguir lo anterior puedes construir autoafirmaciones fortalecedoras que te den motivación e impulso para tener un gran día. Por ejemplo: «Cuando hablo los demás escuchan atentamente y me miran con respeto», «¡qué guapo me siento!», «todo me resulta muy bien hoy», etc.
– También habría que establecer ciertas características que la persona desea sumar a su actual autoestima y se definen acciones en concordancia a ello.
– Sondea la percepción de tus cercanos respecto a las características de la autoestima que buscas conseguir o cambiar de las que ya posees.
– Plantéate un propósito concreto al día para llevar a cabo que apunte a tener o desarrollar conductas de autoestima equilibradas. Por ejemplo: «Hoy me vestiré libre de prejuicios y caminaré libre por la calle», «comienzo a aceptarme tal cual soy y me lo demuestro», «veo las cosas como un aprendizaje de la vida», etc.
– Practica ejercicio físico, una manualidad o un hobby que represente algo divertido o nuevo en tu vida.