San Lorenzo logró el milagro: goleó 4-1 a Estudiantes de Mérida y se clasificó

Los insultos hacia los dirigentes durante los instantes previos al comienzo del encuentro marcaron la compleja tarea que tenía San Lorenzo para avanzar a la siguiente instancia de la Copa Sudamericana. El Ciclón tenía que golear a Estudiantes de Mérida con una diferencia de tres tantos y esperar que Palestino no sume ni un empate ante Fortaleza en Chile. Muchos nervios en el Nuevo Gasómetro. Y el comienzo no fue el esperado.

La fría tarde porteña empezó con un grosero error defensivo interpretado por Agustín Giay, que fue capitalizado por Luis Arenas para que el conjunto venezolano celebre el prematuro 1 a 0 antes del tercer minuto inicial. La bronca generalizada se personificó en Ruben Darío Insua, quien descargó su impotencia contra un cartel de publicidad.

A pesar de la carga negativa por el sorpresivo comienzo, desde el otro lado de la cordillera andina llegaban buenas noticias para el Ciclón. El gol de Lucas Crispim encendía las esperanzas azulgranas, dado que el conjunto brasileño ganaba en territorio ajeno, pero el Cuervo todavía tenía que convertir en cuatro oportunidades para no despedirse de la competición continental.

Antes del descanso, en medio de un marco global amparado por la desesperación y los constantes pedidos de penales al árbitro Gery Vargas, Agustín Giay tuvo su revancha al proyectarse hacia el ataque hasta que fue derribado por Devinson Martínez. En esa acción el colegiado boliviano no dudó y sancionó la pena máxima.

Desde los doce pasos, San Lorenzo logró empatar, tras una escena pocas veces vista. El propio Giay quería hacerse cargo de la ejecución, pero Federico Gattoni le habló y se quedó con la pelota. Lo llamativo fue la intervención de Augusto Batalla, quien recorrió todo el terreno de juego por pedido de su entrenador para sacar al central y pedirle a Adam Bareiro que se disponga a patear. Así, el paraguayo cruzó su remate y selló el 1 a 1. En el complemento el Ciclón debía convertir tres veces más para seguir en carrera.

El delirio se instaló cuando se reanudó el choque. El ingreso de Nicolás Blandi para tener mayor peso ofensivo marcó la idea del Gallego: la vía aérea. Y a los 10 minutos de la segunda parte, Adam Bareiro ganó en el área adversa y con un frentazo inatajable para Beycker Velázquez selló el 2 a 1. El sacrificio de Malcom Braida para ganar el tiro de esquina que derivó en el grito del guaraní tuvo un reconocimiento adicional por los protagonistas.

El traje de héroe le quedó a la perfección a Malcom Braida, ya que en el mismo instante en el que el volante festejaba su obra magnífica desde afuera del área, en Chile Fortaleza celebraba el 2 a 0 a través de Juan Lucero. Con esos resultados parciales, el Ciclón se garantizaba la hazaña.

Para confirmar la gesta, el Perrito Barrios confirmó el triunfo con una maniobra individual que significó el 4 a 1, pero en el Estadio El Teniente Palestino no se resignaba y llegaba al descuento mediante el tanto de Agustín Farías. La mezcla de sensaciones se fijaron en el suspenso, el vértigo y el temor a un posible empate chileno que destruya la ilusión porteña.

Como ocurrió en la Copa Libertadores que logró conquistar en la era del Patón Bauza, San Lorenzo consiguió el milagro en la última fecha de la fase de grupos. Una hazaña milagrosa que le permite al Cuervo soñar con una nueva gesta continental. El amor propio y el sentido de pertenencia son algunos factores para entender el proceso del Gallego Insua. En el Pedro Bidegain revivió un candidato.

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