Con la noticia fresca del paso al costado de Mauricio Macri en la pelea por la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández aterrizó ayer domingo en Estados Unidos para ver a empresarios, ejecutivos y analistas de Wall Street en Nueva York antes de viajar a Washington para reunirse en la Casa Blanca con el presidente norteamericano, Joe Biden, el primer encuentro bilateral entre ambos mandatarios.
Fernández y su comitiva aterrizaron por la tarde en el aeropuerto internacional JFK y se trasladaron al Park Hyatt, ubicado en la calle 57, en el lado oeste de Manhattan, el mismo hotel elegido para su última visita a Nueva York, el año anterior, para la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La escala en Nueva York funcionó como un puente –armado contrarreloj en los últimos días– entre la cumbre de líderes que se realizó en Santo Domingo y la visita oficial a Washington, que la Casa Rosada estuvo esperando desde julio del año anterior.
El Gobierno buscó la reunión bilateral con Biden prácticamente desde la asunción del mandatario norteamericano. La invitación llegó a mediados del año anterior, pero la reunión se suspendió cuando Biden contrajo Covid-19. En ese momento, poco antes de la asunción de Sergio Massa como Ministro de Economía, en el albertismo había quienes creían que la foto en el Salón Oval –que Cristina Kirchner nunca consiguió– podía brindarle un espaldarazo. El Presidente Fernández llega ahora a Estados Unidos mucho más debilitado y con su futuro político mucho más complicado: la economía se ha deteriorado, la inflación ya ha superado el 100% anual, y su gravitación en el Frente de Todos flaquea ante la constante presión del kirchnerismo para que desista de volver a ser candidato.
Sin su candidatura confirmada, Alberto Fernández estará casi 48 horas en Nueva York, donde su principal actividad será una cena, el lunes, en el Council of the Americas. Algunos invitados recibieron el anuncio del encuentro el viernes último por la mañana, según pudo saber LA NACION. Hubo ejecutivos y analistas con agendas de trabajo ya cerradas que declinaron la invitación. El interés en Fernández está marcado por la realidad: las miradas están puestas en octubre, y en quiénes competirán por intentar encarrilar la economía.
Tal como ha ocurrido en otros viajes al exterior, la política argentina eclipsó la agenda exterior de la Casa Rosada. Primero fue el discurso de Máximo Kirchner en el que abrió el juego a definir las candidaturas en las primarias, un giro que el albertismo celebró con cautela en el Caribe. Pero después, justo cuando esa noticia comenzaba a perder intensidad, Macri anunció su decisión de abrirse de la contienda por la Presidencia. El kirchnerismo ya deslizó que espera que el Presidente Alberto Fernández imite la decisión.
La primera reacción oficial a la decisión de Macri la brindó la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, quien antes de que el avión de Aerolíneas Argentinas en el que se mueve la comitiva despegara de Santo Domingo retuiteó el video de Macri junto con fotos de Alberto Fernández con Luiz Inácio Lula da Silva y Emmanuel Macron, los líderes del G20 y de la Celac. “Aislados del mundo”, fue el irónico mensaje que eligió Cerruti.
Macri había dicho en su mensaje, con el cual le allanó el camino a los precandidatos de Juntos por el Cambio y se corrió de la carrera presidencial, que los argentinos están “a la deriva, sin conducción, aislados del mundo, solos”, una situación que le produce “angustia en el medio del pecho”, remarcó. Además, Macri lanzó un duro mensaje claramente dirigido a Fernández: “Nunca más vamos a tener una marioneta como presidente”.
Además de las fotografías, Cerruti también difundió el comunicado de la Casa Blanca sobre la reunión bilateral de Biden y Alberto Fernández. “¡Buen domingo!”, cerró la vocera.