El Indec ya lo había reflejado cuando dio a conocer el Índice de Producción Industrial (IPI) a comienzos de mes. La industria creció en marzo respecto del mismo mes del año pasado y en relación con la performance de febrero, en parte, debido a la baja base de comparación del 2022, y otro poco por el peso que tienen en el índice sectores que están creciendo fuerte, como el automotriz. Así lo reflejó no sólo el organismo estadístico, sino también la UIA, que en su informe de actividad industrial oficializado en las últimas horas mostró un alza del 4% interanual y de 2,8% en la medición mensual sin estacionalidad.
Se trata de un crecimiento del nivel de producción, luego de la tendencia a la baja que se registra desde mediados de 2022, en un contexto macroeconómico de mayores restricciones para el abastecimiento de insumos y de aceleración de la inflación. Sin embargo, planteó la UIA, la producción todavía se encuentra un 2,2% por debajo de los niveles de junio del año pasado.
La lectura positiva es que a pesar de todas las restricciones –especialmente las importaciones por la falta de dólares– las fábricas siguen funcionando y 7 de los 12 sectores crecieron en marzo. Pero la negativa es que las perspectivas hacia adelante son más desalentadoras, ya que la debilidad macroeconómica sumada al ruido preelectoral pueden ser perjudiciales.
“Pese a un contexto macroeconómico más complejo, en los primeros meses del año la actividad industrial logró sostener los niveles de producción por algunos sectores específicos. Sin embargo, no se descarta que las tensiones cambiarias de fines de abril impacten sobre la actividad, especialmente a partir de las dificultades para el abastecimiento de insumos y la suba de costos y la tasa de política monetaria”, enfatizó la central fabril en su informe. También aclaró que continuará el impacto de la sequía sobre la molienda y los sectores industriales encadenados, aunque podrían compensarse parcialmente con las medidas orientadas a sostener el consumo y la demanda de bienes durables.