Un avión, una cordillera, un choque, 72 días, 16 supervivientes y… tres películas

La década del 70 trajo como novedad al mundo del cine nuevas catástrofes naturales que -si bien ya habían aparecido con algunos ejemplos a lo largo de la historia- terminarían convirtiéndose en un subgénero, una plusvalía a la hora de la taquilla atractiva para un público ávido de historias realistas de gran impacto. Y la catástrofe del avión 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, con el ingrediente de una supervivencia inédita hasta entonces, habría de llegar con perspectiva, a las pantallas.

El 13 de octubre de 1972, Uruguay vivía un momento crucial, con un gobierno que años más tarde sería cuestionado por haber surgido de elecciones dudosas, y un mes después, en noviembre, el Parlamento -con la excepción de los representantes del Frente Amplio pero con el voto a favor de Blancos y Colorados-, autorizaría la represión política y militar mediante el Ejército. En dos meses los integrantes de la guerrilla urbana MLN fueron encarcelados, muertos, o se debieron exilar.

La Tragedia de los Andes, tal como se popularizó el accidente aéreo sufrido por un avión de la FAU en el que viajaban 45 pasajeros -entre ellos un equipo de 19 rugbiers de Old Christians- fue sin duda un caso singular por la misma catástrofe pero también por los hechos que permitieron a los que no murieron en el impacto sobrevivir en las alturas y en condiciones climáticas adversas durante 72 días.

La pregunta del millón a responder fue: ¿y los víveres?. La respuesta, sin embargo, era obvia: la antropofagia. Esa simple respuesta que los medios periodísticos de entonces -con excepción de los sensacionalistas- que era esquivada con subterfugios o explicaciones alambicadas fueron resueltas por tres de los más jóvenes sobrevivientes. Y antes de que el tema se enfriara en las portadas de los diarios y en la TV, hubo cine.

El primero de los ejemplos habría de llegar tres años más tarde, y no de Hollywood sino de la siempre fuerte pero poco respetada en su distribución internacional producción mexicana con «Supervivientes de los Andes» (1976), de Rene Cardona (padre). Se basó en el primer libro publicado acerca del tema de Clair Blair Jr., un prolífico escritor de cuestiones militares de su pais, así como de artículos periodísticos. Su obra más conocida, la secuela de «El puente sobre el Río Kwai».

La literatura de Blair Jr. es la que en viejos tiempos abundaba en los quioscos diarios y revistas, y terminaban indefectiblemente en las cajas con ofertas en las librerías de saldo-. Y la película fue ejemplo de ello, con la enumerción de hechos relatados en entrevistas y reportajes publicados tras el rescate en los Andes. a la manera de docudrama, pero sin los efectos especiales que Hollywood, finalmente, le aportaría en 1993 con su versión del best-seller «¡Viven!» («Alive!»), de Piers-Paul Read.

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