El colesterol se encuentra en todas las células de nuestro cuerpo y viaja por la sangre para ser utilizado por nuestro organismo en muchas funciones. Ahora, cuando su cantidad es excesiva ya sea por una dieta inadecuada o herencia genética, nuestro organismo puede correr ciertos riesgos ya que ese exceso de grasa se va adhiriendo a las paredes internas de las arterias endureciéndolas.
Con el tiempo, y sin el tratamiento adecuado estos depósitos pueden incluso restringir o bloquear la circulación de la sangre pudiendo dañar algunos órganos vitales como el corazón y el cerebro.
Este tipo de grasa se incorpora al comer alimentos de origen animal, especialmente carnes rojas grasas como por ejemplo: chorizos, achuras, asados. Se encuentra también en los quesos duros, en la manteca, en la crema.
Pero por otro lado, el organismo produce colesterol a partir del hígado y justamente utiliza esas grasas saturadas de la alimentación para hacerlo.
Entonces, para reducir la cantidad de grasa de nuestra alimentación siempre conviene elegir alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres, semillas, frutos secos, aceites vegetales y moderar el consumo de los de origen animal.
Sin embargo, existen algunos casos donde los cambios en la dieta no resultan suficiente y deben administrarse algunos medicamentos, que siempre deben ser recetados por médicos.
Una de las consultas más frecuentes que recibo en el consultorio es sobre el consumo de huevos en la alimentación diaria. Si se pueden comer cuando se realiza una dieta, si influye el color en su valor nutritivo o cuántos se deben consumir por semana, ya que históricamente el huevo como alimento tiene mala prensa para todos aquellos que tienen colesterol. El huevo tiene muchas propiedades; ha sido cuestionado a lo largo del tiempo. Es un alimento de bajo valor calórico, tiene solamente 75 calorías y además es muy importante, ya que tiene las mejores proteínas que puede tener un alimento: proteínas completas. Por eso se utiliza muchísimo en dietas para bajar de peso porque da un montón de saciedad.
¿Qué hay de cierto en que el huevo aumenta el colesterol? Nada. Antes se decía eso, pero con el tiempo se demostró científicamente que el huevo no interviene en el colesterol sanguíneo.
Por ejemplo, el ajo y la cebolla tienen la capacidad de disminuir los niveles de colesterol, prevenir la formación de coágulos en las arterias, mejorar la circulación, ayudar a regular la presión arterial y fortalecer el sistema inmunológico. Además, colaboran con la prevención de ciertos tipos de cáncer.
El tomate, además de ayudar a fortalecer las defensas, regular el colesterol y también mejorar la función intestinal, posee una sustancia llamada licopeno que es especialmente protectora del cáncer de próstata.
Las legumbres, además de darte saciedad por más tiempo por su alto contenido de fibras, son altas en proteínas, también ayudan a regular el colesterol, son protectoras del corazón y las arterias y benefician la flora intestinal. Por lo general las consumimos en guisos en invierno, pero también quedan buenísimas en ensaladas y hamburguesas, por ejemplo, de lentejas. Además, son muy accesibles y son muy rendidoras.
Los frutos secos contienen una proteína vegetal que nos aporta mucha energía, ácidos grasos de buena calidad y protectores tanto del corazón como la de las arterias. Además son muy versátiles y podés incluirlos en preparaciones dulces o saladas. Y no te olvides que la porción de frutos secos recomendada es lo que entra en el hueco de una mano cerrada.
Estudios recientes comprobaron que comer media taza de nueces al día, el mejor aliado para bajar el colesterol. Consumir estos frutos secos puede reducir hasta 8,5% los niveles de colesterol y ser beneficioso contra las enfermedades cardiovasculares.