Creció en un hogar musical, pero, sobre todo, femenino, criado por su madre y su abuela. Su padre tocaba la trompeta en una banda militar y en su casa había un piano que aprendió a tocar antes de los cuatro años. A los siete empezó a tomar lecciones formales; en el colegio era conocido por sus imitaciones perfectas de Jerry Lee Lewis, aunque los discos que le hacía escuchar su mamá hasta entonces eran de Elvis Presley y de Bill Haley. Antes de los once, ya componía y se vestía con la excentricidad de la estrella de rock que no tenía dudas que un día llegaría a ser: “Nunca imaginé otro futuro para mí”, diría más tarde.
Todavía se llamaba Reginald “Reggie” Kenneth Dwight; sólo sería Elton John después de formar el grupo Bluesology, a los 15, junto a Long John Baldry en voz y guitarra y Elton Dean en saxo: de ellos tomaría más tarde su nombre artístico. Para entonces sus padres ya estaban separados y su madre ya se había vuelto casar con el pintor Fred Farebrother, un hombre mucho más presente en la vida de Elton que su propio padre, al punto que fue él quien ayudó a que lo contrataran para tocar en un bar cerca de su barrio.
A mediados de los 60s Bluesology ya sonaba fuerte en los pubs de Londres como soporte de artistas de soul y R&B como Patti Labelle. En 1967, con 20 años, respondió un aviso de la revista New Musical Express. Detrás estaba la discográfica Liberty, se trataba de componer, algo que había hecho sin parar casi desde antes que leer y escribir. Firmó el remitente por primera vez como Elton Hercules John en homenaje a sus compañeros de Bluesology.
Pero el concurso no sólo lo bautizaría con un nuevo nombre –oficial a partir de 1972–, sino que lo haría conocer a otro talento que había sido reclutado por la Musical Express y Liberty Records y que se convertiría a partir de ese momento en la más fructífera colaboración artística de toda su vida: el poeta compositor Bernie Taupin. La fórmula estuvo clara desde el principio. Bernie era una máquina de escribir letras, y Elton era capaz de ponerles música y hacerles los arreglos en horas.
La primera canción que escribieron juntos fue Scarecrow, en 1957. Seguirían las inolvidables Your Song (su primer hit en Reino Unido y los Estados Unidos), Rocketman, Tiny Dancer, Daniel, Crocodile Rock, Candle in the Wind, Don’t let the sun go down on me, Sorry seems to be the hardest word, Empty Garden, I’m still standing, I guess that’s why they call it the blues, Sad Songs, A word in Spanish, I don’t wanna go on with you like that, Sacrifice, Club at the end of the street, The One, The Last Song, Believe…
Con Sir John –nombrado caballero por la Reina Isabel en 1998 por su aporte a la música y a la filantropía; también recibió la Legión de Honor de manos de Emmanuel Macron, en 2019– es imposible elegir sólo un título: la mayor parte de su producción tiene el carácter único de los que logran imponerse como banda de sonido de las vidas de varias generaciones. Y eso fue lo que pasó con su música, especialmente desde los 70.
En seis décadas de carrera, más de 50 de sus canciones llegaron a las carteleras de éxitos de todo el mundo, lleva vendidos más de 300 millones de álbumes y más de 150 millones de singles. También recibió cinco Grammys, cinco Brit Awards, dos Oscars y dos Golden Globes (por el tema de El Rey León –Can you feel the love tonight– y por el de Rocketman –Love me again–) y un Premio Tony. Todo parece poco para un artista al que la Rolling Stone ubicó en 2004 en el puesto 49 de su lista de los 100 mejores de la historia.